jueves, 19 de diciembre de 2013

LA VIDA SIGUE EN FILIPINAS - FELIZ NAVIDAD

Casa Redentorista en Tacloban (Jun Santiago CSsR).
Hace poco estuve de nuevo en Tacloban y se van viendo pequeñas señales de mejoría. En el centro está todo más limpio, se han esmerado en dejarlo presentable. Los restaurantes y los negocios van abriendo y aunque la clientela esté formada en su mayoría por los cooperantes de las distintas oenegés, es fácil ver también algunos grupos de filipinos.

Los trabajos de limpieza y desescombro en la zona donde se encuentra nuestra Parroquia del Perpetuo Socorro no van tan rápido.


Lo que sí ha cambiado drásticamente es la iglesia parroquial. Desde el equipo diocesano que se creó para coordinar las ayudas en Leyte, nos insistieron en la urgente necesidad de desalojar la iglesia. Así también nos lo comunicaron un grupo que vino desde Manila a pasar inspección en los centros de evacuación. Abrir la iglesia y las instalaciones parroquiales a todas las familias fue una decisión acertadísima en su momento. Ahora tocaba animar a la gente a salir de allí, a enfrentarse a la realidad, a emprender el largo y arduo camino de la reconstrucción. Reconstrucción que ha de ser material –casas, negocios, fincas…- pero también psicológica y espiritual.

La comunidad redentorista decidió no despedirlos de manos vacías. A cada una de las casi doscientas familias se le ofreció algo de dinero y un kit bastante completo de reparación de techos. No obstante los redentoristas estaban asustados por la posible reacción de las familias. El párroco bajó a la iglesia, cogió el micrófono y empezó a hablar en el dialecto propio. Sinceramente no sé lo que dijo, pero cuando terminó la gente empezó a aplaudir para sorpresa del resto que estábamos observando.

Esto no es sino una muy pequeña muestra de todo lo que estoy aprendiendo aquí de esta gente. La fuerza y la esperanza con las que se levantan –cual ave fénix- de las cenizas; la admirable fe que tienen en que saldrán adelante; su firme confianza en Dios; su sobrecogedora alegría y su sincero agradecimiento…

Este pueblo filipino me está enseñando a ser humilde, a fijarme en lo pequeño, a volver a lo esencial… A recordar lo que verdaderamente significa la Navidad que pronto celebraremos: Dios todopoderoso y eterno que ha querido hacerse niño frágil y vulnerable, dependiente total de María y de José, en un pobre pesebre de una perdida aldea en un insignificante país.

Aprovecho esta entrada para desearos a todos una muy Feliz y Santa Navidad.

El Señor que vino al mundo pobre y débil, nos abra los ojos, los oídos, la mente y el corazón para poder reconocerlo hoy entre los más pobres y los más débiles. El sigue viniendo año tras año, día tras día. Ojalá le abramos el humilde pesebre de nuestro corazón –bestias incluidas- y no dejemos de adorarlo como sencillos pastores de nuestro tiempo.

¡Feliz Navidad!

¡Besos y abrazos a todos!

Carlos A. CSsR