martes, 12 de noviembre de 2013

YOLANDA

Muy buenas a todos!

Llevo varios días queriendo escribiros para contaros más o menos cómo va la cosa por aquí. Lo primero gracias por todos vuestros mensajes preocupándoos por la situación por aquí. 

El tifón fue terrible. Gracias a Dios yo estaba en una zona de las menos afectadas y en un buen edificio. Las fotos ya las estáis viendo por televisión y en los periódicos... Es increíble ver tanto dolor y sufrimiento. Pero os aseguro que más increíble es sentir tan de cerca la diferencia de vivir unos kilómetros más al sur o al norte. 

En el momento del tifón estábamos en un congreso de los misioneros redentoristas en Filipinas. Cuando intentamos comunicar con la comunidad redentorista de Tacloban, una de las ciudades más afectadas por Yolanda, no hubo manera: las líneas estaban cortadas... y así han seguido hasta esta mañana que hemos podido hablar con ellos. El superior de esa comunidad se quedó allí y no vino al congreso para ofrecer la iglesia y la comunidad a la gente que buscara refugio en una buena construcción ante la amenaza del súper-tifón. 

Otra de las cosas que más me han sorprendido de esta situación es que llevaban una semana avisando que llegaría y que sería el más fuerte y devastador en mucho tiempo. El gobierno ya se estaba movilizando: evacuando ciudades, organizando planes de acción... Las familias empezaban también a tomar medidas de precaución. El sonido del machete sobre la madera de los árboles se escuchaba por todas las calles. Pero a pesar de todos los preparativos... bueno esa historia ya la sabéis... Las imágenes hablan por sí solas.

Después del tifón vine a Davao a la casa de estudiantado. Aquí celebramos la profesión perpetua de tres redentoristas y la ordenación de diácono de séis. El tema del tifón seguía presente. En estos días la noticia empezó a llegar con fuerza en España y los mensajes en Facebook, Whatsapp y los e-mail no paraban de llegar. Yo empezaba a sentir algo en mi interior. Las lecturas del Domingo pasado me dejaron sin palabras: "Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas" 

De verdad que pude sentir de nuevo cómo la palabra de Dios entraba como una semilla en mi interior y empezaba a brotar. El primer fruto que dejó esta palabra fue una oración que os pego al final de este mail por si queréis usarla para rezar por esta gente.

El último fruto ha sido una decisión. Esta mañana me enteraba  que un grupo de voluntarios de nuestra parroquia de Cebú saldría el miércoles por la noche a Tacloban, de la que ya os he hablado. Irían junto con el provincial de los Redentoristas aquí en el sur de Filipinas y con un Hermano redentorista que es el responsable de la pastoral social. Cuando el provincial me lo dijo no dudé en preguntarle: ¿puedo ser de ayuda?

Empecé a sentir en mi interior la necesidad de hacer algo, de ir allí. Pero, a la vez sentía miedo. Aun ahora lo siento. Miedo a venirme abajo al mirar a la realidad a la cara y no solo en fotos, miedo a no ser ayuda sino estorbo, miedo a que lo que me moviera no fuera sincero... Entonces de nuevo la palabra de Dios de hoy me ha vuelto a dar lo que más necesitaba: "¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."

Así que, como siervo inútil me dispongo a viajar a Tacloban. No puedo hacer otra cosa. Con la tranquilidad y la certeza de que ha sido cosa de Dios, que yo no lo he buscado, que no puedo hacer otra cosa más que ir allí donde se necesita tanta ayuda para aportar mis dos manos y lo que pueda.

Los que me conocéis sabéis que este año no buscaba una experiencia dura, de hecho prefería quedarme en España. Pero ante esta realidad y tan cerca de ella, no me queda otra.

En Tacloban será muy difícil comunicarme con vosotros. Así que no os preocupéis si no respondo. 

No dejéis de rezar por esta gente que tan mal lo está pasando y por los que han muerto.

Rezad también por todos los que vamos mañana para allá. Que el choque de frente con la realidad no nos bloquee y que podamos ayudar en todo lo que podamos.

¡Besos y abrazos a todos!

Os dejo la oración que os dije para que recéis si queréis desde donde estéis.

Oh Dios todo ternura y bondad. 
Tú que en tu incomprensible amor das vida a cada ser humano, 
Tú que tanto nos amas que te hiciste hombre, 
débil y frágil como nosotros. 
Tú que sufriste tanto y moriste injustamente. 
Tú que venciste a la muerte con tu Resurrección. 
Tú que nos abriste la puerta de la Vida para siempre, para todos.
Tú que eres Dios de Vivos y no de muertos. 

Escucha y consuela a tus hijos 
que lloran la inexplicable muerte de sus hermanos. 
Escucha y consuela a los que han perdido su casa, su hogar. 
Escúchalos y consuélalos oh Padre en estos momentos tan trágicos. 

Y a nosotros Señor, danos la fuerza y la entereza 
para poder ser tus oídos a sus gritos callados de angustia, 
tu brazo amigo sobre sus hombros,
 tu abrazo liberador y tus palabras de consuelo.

Que nunca dejemos de sentirte presente, Padre, 
entre los que más sufren. 
Que nunca dejemos de hacerte presente 
entre los que más te necesitan.

Amén

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